CÓMO ESCRIBIR HISTORIAS QUE ATRAPENDía 3: errores al contar historias y cómo evitarlos
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Podría hablarte largo y tendido sobre los errores que se pueden encontrar en las historias, sobre todo de autores que tienen poca experiencia o desconocen los recursos básicos de la narrativa.
Pero voy a contarte cómo evitar los que me encuentro más a menudo por mi trabajo… y cómo puedes evitarlos, claro. Empecemos:
Errores en el narrador y puntos de vista
Cuando el narrador cuenta lo que pasa desde el punto de vista de un personaje ¿sabemos lo que pasa por la cabeza o sentimientos de otros personajes?
Porque si de repente pasas a contar las cosas desde otro punto de vista o se sabe qué siente o piensa otro personaje diferente... ¡ERROR!
Eso es algo que despista mucho al lector y hace que «se vea el artificio». Es como descubrirle el truco a un mal mago: hace que nos salgamos del espectáculo.
Solo podemos saber lo que sienten y piensan otros personajes por sus reacciones. Un narrador no puede saltar de los pensamientos y emociones de un personaje a otro, ni un personaje puede saber qué siente o piensa otro personaje a no ser que este se lo diga o lo pueda ver por su comportamiento.
Es decir...
Evita siempre que puedas decir cosas como «se sentía mal», «estaba alegre» o «tenía calor» y di mejor «estaba pálido y le fallaban las piernas», «se reía por nada» o «sudaba y resoplaba a cada paso».
Distingue también entre estos tipos de narrador:
► Narrador Omnisciente: lo sabe todo de todo el mundo, en cualquier época y lugar. Úsalo siempre en 3ª Persona, a no ser que sea un Dios o alguien con súper poderes.
► Narrador Aquiescente: solo sabe lo que sabe el personaje desde el cual se focaliza la historia o el punto de vista de un pasaje concreto. En 1ª Persona.
► Narrador Deficiente: sabe incluso menos de lo que saben los personajes. Para narradores en 1ª Persona testigos, muy usados en policíaca y terror.
Errores con personajes
Los personajes sirven de canal entre el emisor y el receptor, es decir, el escritor y el lector de la historia. Son, por tanto, médiums entre dos mundos diferentes.
La manera más efectiva para hacer esta comunicación fluida y efectiva es que estos personajes sean representaciones creíbles de personas, de forma que tanto emisor como receptor puedan conectar.
Por tanto, es necesario encontrar el equilibrio que permita al autor utilizar a sus personajes de manera que representen simbólicamente las cualidades que desea expresar.
Pero sin caer en la caricatura. Insisto: los personajes deben ser creíbles. Y para ser creíble, un personaje necesita tener virtudes y defectos.
Cuidado con la siguiente trampa:
Vigila que, por querer hacer más humanos a tus personajes, el malo tenga una sola cualidad bondadosa y el héroe un solo defecto.
Que el villano ame a sus hijos no lo hace bueno, igual que no hace más cercano al héroe que sea un poco engreído. Esto sería lo mismo que pintar colmillos al cordero y disfrazar al lobo de oveja, no me refiero a eso.
Mi consejo es que pienses bien cómo serán tus personajes y les conozcas a fondo. Puedes inspirarte en personas que conozcas, verás que los malos no son tan malos y los buenos tampoco son perfectos.
Errores de equilibrio narrativo
Como por ejemplo dar demasiados detalles que no son relevantes: entretenerse a cada paso perdiéndose en descripciones largas, conversaciones banales y detalles sin importancia.
¿Cómo detectar que incurres en este error?
► Síntoma 1: caes con demasiada frecuencia en recordar el pasado de los personajes y describes con demasiada precisión cómo eran sus padres, hermanos, amigos de la infancia, etc.
► Síntoma 2: explicas los sueños de, que raras veces tienen tanto interés como para dar detalles. Evita siempre que puedas describir a tus personajes a través de sus sueños.
► Síntoma 3: te metes muy a fondo y demasiadas veces en los pensamientos de los personajes. Casi siempre es mejor mostrar sus emociones con acciones concretas.
Cuando veas que estás cayendo en alguno de estos síntomas, corrige lo antes posible.
Todo lo que escribas debe ayudar al avance de la acción, describir personajes y sus relaciones o lograr la inmersión del lector en la atmósfera de la novela.
Si no es así —salvo en muy raras ocasiones—, sobra.
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