Uno de los errores más comunes que uno puede cometer cuando empieza en esto de la escritura, es creer que un escritor es un artista inspirado.
Escribir una historia siempre tiene una parte de inspiración o, mejor dicho, creatividad.
Pero la verdad es que esa es tan solo una parte de lo que significa ser escritor.
Conviene también conocer al máximo la herramienta principal del escritor: el lenguaje.
Es bueno haber leído bastante… aunque no obligatorio.
Pero lo que es absolutamente indispensable es dominar la técnica narrativa.
Conocer los resortes que motivan la implicación emocional del lector con la historia que le cuentas, saber estructurar una historia para hacerla coherente y saber diseñar personajes potentes son tres de los aspectos más básicos.
Y hay bastantes más elementos que necesitas conocer si vas a escribir una historia con un mínimo de interés.
Elementos que se rigen por una serie de normas, que son las que dictan qué hacer y qué no hacer en una narración.
Bueno, pues necesitas saber que las historias más interesantes son aquellas que no cumplen estas normas.
—Entonces… ¿para qué conocer la técnica si luego voy a romperla?
Puedes preguntarme, oh, sagaz lector…
Por una muy sencilla razón:
Para romper las normas primero hay que conocerlas a la perfección. No hacerlo en ese orden se denomina ignorancia, no arte
Esto no significa que una vez conozcas esas normas, puedas saltártelas a la torera y hacer lo que te dé la gana: necesitas justificarlo y hacer que sirva a un propósito.
Conoce las tres reglas al escribir una historia que no deberías romper CASI nunca… y hacia el final del post te explico esto del CASI 😉
Regla #1: emocionar
La esencia de la narrativa —el arte de contar historias— muchas veces lleva asociada una enseñanza.
A veces se pretende transmitir un conocimiento, una experiencia o pensamiento usando como vehículo una historia.
Lo cual permite dotar a esa intención de un componente con el que se logra…
- Captar la atención
- Despertar interés
- Integrar la enseñanza
- Recordar la enseñanza
La historia es el vehículo, pero
el elemento catalizador para transmitir algo
y que ese algo quede impreso es la EMOCIÓN
Sin causar impacto en la parte emocional del lector, la enseñanza o lo que sea no surtirá efecto.
Pero es que incluso sin pretender transmitir un conocimiento o lo que sea,
¿Qué historias recuerdas que NO te hayan emocionado de alguna manera?
Me atrevo a decir que muy pocas.
Sin embargo, apostaría algo a que las que sí recuerdas te hicieron reír, llorar, te intrigaron, te entusiasmaron, te proporcionaron felicidad o incluso rabia o indignación.
¡O todo ello a la vez!
Aunque algunos de estos ejemplos no son grandes clásicos, estas son las que me emocionaron profundamente y dejaron huella en mí:
Perdidos en Yonkers: obra de teatro de Neil Simon, que cuenta la historia de unos niños en puertas de la pubertad, criados por una abuela que nunca muestra su afecto a nadie.
El personaje de la tía Bella, una encantadora mujer con cierto retraso mental, es una pura delicia.
Quemado por el sol, película de Nikita Mikhalkov que es una obra maestra absoluta.
Innumerables libros, como por ejemplo Homer Y Langley de E.L. Doctorow, una verdadera joya de la literatura no muy conocida.
Y podría poner muchísimos más ejemplos… el nexo común de todas estas historias: la emoción.
Regla #2: No confundir al lector
Toda historia necesita tener un objetivo claro.
Da igual cuál sea, siempre y cuando nunca lo pierdas de vista.
Y se comprenda tu mensaje, por descontado.
Si te has propuesto transmitir algo, mucho cuidado de no dar información contradictoria.
Incluso si tu objetivo es lograr entretener al lector y que pase un rato entretenido mientras lee tu historia, no te desvíes de ese objetivo y comiences a filosofar con tu visión sobre la vida.
Tal vez te guste mucho una escena que se te ha ocurrido… pero piensa bien en lo que transmite esa historia y si dicha escena te ayuda a conseguir el objetivo o te desvía de él.
Porque si cuentas las aventuras de un espía que necesita hacerse con la localización de una base secreta de misiles nucleares, tal vez desarrollar el tema de si el universo es finito o infinito confunda al lector.
¿Necesitas eliminar entonces esa escena?
¡Ni se te ocurra! Porque…
Lo que no vale para esta historia, puede valer para otra. O puede que a esa escena le falte un componente que todavía no se te ha ocurrido.
Deja que tu creatividad trabaje en segundo plano y es posible que, sin proponértelo, acabe encajando de alguna manera.
Tampoco confundas al lector alterando otros aspectos formales a la hora de escribir una historia: estilo, tono, ritmo y género deben ser coherentes.
Cuando se te ocurra una frase brillante, piensa bien si encaja con el estilo que estás empleando o si la diría ese personaje.
Si dudas, haz lo mismo que en el paso anterior y guarda esa frase para mejor ocasión. Recuerda que
escribir bien no es escribir bonito, sino ser capaz de expresar y transmitir con máxima precisión aquello que se desea
Regla #3: respetar coherencia entre forma y fondo
Una obra maestra se da cuando cada pequeña parte expresa el todo.
Una buena obra de arte es como un holograma: cada pequeña parte de una imagen holográfica, contiene la holografía completa.
A la hora de escribir una historia, cada frase, cada palabra, cada personaje, escena y diálogo deben cumplir una función específica.
Nada sirve como adorno, nada es superfluo. Por el contrario,
cada pequeño elemento ayuda a que se comprenda el sentido profundo, aquello que deseas transmitir
Ejemplo: en la novela Siddhartha de Herman Hesse todo fluye como un rio.
Los hechos, pero también las palabras e incluso las metáforas, tienen relación con ideas como fluir, avanzar, adaptarse… todo lo que contiene la historia recuerda que el autor transmite la idea de que la vida es como un rio.
Para poder construir desde abajo esta coherencia interna de todos los elementos, conoce la diferencia entre estructura superficial y estructura profunda:
- Superficial: es la parte que se ve, aquello que una lectura atenta puede deducir fácilmente porque es la construcción formal, la forma en que cuentas tu historia.
Ejemplo: una historia contada en tres actos, lo más clásico.
- Profunda: aquello que es más simbólico y que se construye para transmitir las ideas a nivel inconsciente, de manera que el lector no lo detecta a simple vista.
Ejemplo: una estructura en arcos narrativos circulares que expresan un comportamiento cíclico y recurrente, como Cien años de soledad.
Conclusión
A pesar de que
te recomiendo que no rompas estas casi nunca:
- Transmite mediante emociones siempre
- Ten un objetivo claro y no confundas al lector
- Mantén siempre la coherencia entre forma y contenido
Si te fijas, en el enunciado aparece la palabra CASI.
Incluso estas reglas se pueden romper si es por una causa justificada
Aunque date cuenta de que si rompes alguna de estas reglas, muy probablemente lo estarás haciendo por una cuestión de coherencia entre forma y fondo.
Por ejemplo, si escribes una historia para expresar tu creencia de que la transgresión cultural es positiva, rebelarte contra las reglas es cien por cien coherente con la idea que pretendes transmitir.
Mi mensaje es que puedes romper todas las reglas de la narrativa que te dé la gana.
Pero antes de romper las reglas necesitas conocerlas, puesto que si las desconoces no las rompes por un motivo sino por ignorancia de las mismas.
Puedes tener la suerte de acertar, pero será como la fábula del asno que toca la flauta por casualidad y se cree un músico.
Para dar un primer paso y comenzar por lo más básico de estas reglas, haz click aquí y empieza hoy mismo.
que puedo hacer si soy un desastre gramtical,pero escribo,escribo cuentos fantasticos,yes algo recurrente.los dejo y me atormenta la cabeza.eso es normal .o sintoma de cenilidad.solo escribo cuentos cortos ,despues que los escribo me siento mejor.
muchas gracias por su ayuda es importante.y poco comun.
Hola Alejandro. Acabo de leer este articulo y me ha parecido de lo mas interesante y útil. Pero me gustaría plantearte un problema que me ocurre. Tengo una buena y novedosa idea sobre lo que escribir, pero en mi opinión el tema del relato no tiene acción (por así decirlo) Claro que cuenta unos hechos y guarda un secreto hasta el final mas veo la trama muy lineal. ¿Me podrías recomendar algún truco o darme consejo sobre esto?
Gracias.
P.D: Ayudas mucho con el blog a nuevos escritores. Me alegro de poder tenerlo ante cualquier duda que me surja.
Realmente es muy bueno todo lo que pude leer, me siento con ganas de comenzar una narrativa Ya.Gracias.
Gracias también a ti por pasarte y comentar, María. Me alegro de que te guste, un saludo 🙂
A veces, cuando estoy escribiendo y me encuentro “en racha” me doy cuenta de que lo que aparece en pantalla no tiene nada que ver con el objetivo que me había planteado. Antes borraba eso que no tenía sentido porque no le veía ningún valor, pero hace poco que cambié de opinión.
Hago exactamente lo que dices en el artículo, lo meto en el congelador y espero a que las ideas maduren. En algunas ocasiones, merece la pena rescatarlos y otras los dejo ahí dentro. Muy pocas veces acabo eliminando ese texto porque nunca se sabe si te puede ayudar a construir tu argumento para otra cosa.
Esto me sucede con frecuencia cuando escribo sobre tecnología en el blog, pero también cuando estoy inmerso en uno de mis libros. Ahora lo tendré más en cuenta, no vaya a ser que un día le dé al botón de borrar en vez de guardar.
Gracias Alejandro por compartir estas reglas, como siempre muy útiles 🙂
Gracias por pasarte y comentar, Eduardo 🙂 En efecto, la inspiración surge cuando uno está trabajando. A eso yo le llamo “modo flow” y es uno de los mejores placeres de la escritura (y en general).
Las mejores ideas aparecen en ese estado de alta creatividad y si no encajan a la perfección con el tema sobre el que se está escribiendo… ¡congelador! 😉
¡Un abrazo!
Muy interesante, Alejandro. Te compartí por Facebook y Twitter.
Gracias por pasarte, comentar y compartir, José… saludos.
Todo está comprendido Alejandro solo es este infeliz bloqueo de leer y leer indicaciones e instrucciones para retrasar el momento climatico de dejar fluir la pluma (entiendase el teclado) y echar a volar la imaginación hasta ser capaz de iluminar una ciudad con la energía elçectrica que generen tus cientos de millones de neuronas en su proceso sináptico.
Buenas nosches desde Querétaro México buenos días en España.
Claro Agustín… ese bloqueo tiene un nombre muy claro. Todo lo que necesitas para entender esas dificultades, ordenar conceptos e ideas y dar el paso lo tienes aquí: Cruzando el Primer Umbral de la Escritura. Espero que te guste y que te pueda ayudar. Gracias por pasarte y dejar tu comentario ¡Saludos!
Hola. Tengo un interesante apunte. Es una duda que me persigue desde hace tiempo y, habiéndolo debatido con algunos compañeros escritores, hemos llegado a diferentes conclusiones:
En la regla número uno hablas sobre un punto interesante; comentas que se puede (¿o se debe? no te entendí muy bien), integrar y recordar una enseñanza. Ese es un dilema latente entre las diferentes escuelas de enseñanza de la escritura creativa. Algunos se preguntan, por ejemplo, si realmente valdrá la pena compartir conocimiento en un texto ficticio (para eso existen los ensayos, dicen algunos).
Por otro lado, y esta es la opinión que yo he adoptado acorde a lo empírico de mi circunstancia, cuando se pretende dejar una enseñanza al lector, más que compartirla o simplemente opinar en respecto de un tema, el escritor -de manera pretenciosa- se está posicionando por encima del lector, como si fuera alguna especie de maestro o sabio mentor y así, como bien comentas en una de las reglas, la empatía que se debe establecer como un vínculo entre un lector y un creador, se desvanece para no volver, confundiendo al lector y desviándolo de la idea central.
Creo pues, con respecto a las enseñanzas, que a pesar de poder hacer el uso correcto del lenguaje, las estructuras y sus propias y mencionadas rupturas, el arte, en ningún momento debe pretender funcionar como un catalizador de conocimiento, sino como un sutil y casi imperceptible alimento para el alma de quien se ha tomado la molestia de apreciarlo. Pienso, pues, que la única manera de crear emoción es sentirla uno mismo, aferrarse a ella y hacerla notar en su máxime; sólo así las ya erosionadas estructuras establecidas se podrán ver quebrantadas.
Esto es algo que me encanta debatir, puesto que los puntos de vista resultan siempre tan variados. He llegado a la conclusión de que los métodos y las estructuras de cada creador son todo un hormiguero de posibilidades (y lo encuentro en realidad tan fascinante). Dicho sea todo esto añado la pregunta obligada:
¿Cuál es tu opinión respecto a esto: es realmente la creación literaria una herramienta para la transformación?
Un saludo.
Interesantes cuestiones, Oposaurio. Voy a dar mi opinión… según la entiendo yo, la narrativa es el arte de contar historias. Y las historias son el vehículo con el cual la humanidad ha transmitido conocimientos de generación a generación durante muchos miles de años. Los buenos relatos contienen buenas enseñanzas. Algunas más acertadas que otras, pero eso ya es cuestión de gustos, puntos de vista y épocas. Por tanto, lo de que el conocimiento se comparte en ensayos es una solemne tontería.
¿Son mejores las historias que, por no ofender a nadie, no transmiten ningún punto de vista interesante? Pues cuidado con las historias que parecen entretenimiento puro: así es como Estados Unidos de Norteamérica ha colonizado culturalmente el planeta entero.
Ahora bien, el término “enseñanza” es muy vasto. Una enseñanza puede ser un punto de vista nuevo sobre algo que ya es sabido. También puede ser la reflexión de un hombre observador sobre un aspecto concreto de la vida que nos hace pensar. Puede ser el relato de una vida puesto sobre el tapete, para que cada uno extraiga sus propias conclusiones. Para mí, “mostrar” tiene el mismo significado que “enseñar“. Por tanto, destacar una parte de una realidad subjetiva para que otros la observen de manera objetiva, tiene una intención didáctica: mostrar que cada persona ve la vida a su manera; que hay tantos mundos como personas, que conocer otros mundos enriquece el propio.
Todos tenemos un mundo subjetivo y mostrarlo a los demás no es pretencioso ni situarse por encima de nadie. Es, simplemente, creer que nuestro mundo particular tiene cierto valor para alguien. Como yo creo que ninguna vida es insignificante, creo también que la mía interesa. No a todo el mundo, es evidente… pero es que a mí tampoco me gusta el punto de vista de cualquiera, es normal.
Y en cuanto al arte, mucho cuidado: el artista puede caer en la trampa de creerse especial, único e irrepetible. Por eso yo prefiero considerar a pintores, escritores, cineastas, escultores y demás fauna como artesanos capaces de crear obras que alguien puede considerar arte. Porque el arte no está en el artista, sino en aquel que lo observa.
Bueno, pues esa es mi opinión 🙂 Un saludo, gracias por pasarte y comentar.
Muy interesante artículo. Un saludo.
Gracias por pasarte y comentar, RR. Saludos.
A mi me gusta ocultar información relevante al inicio y durante la historia, y al final de la historia pasa algo o sucede algo que deja ver a todas luces lo que estaba oculto y es cuando el lector dice “Ahhhhhh ahora entiendo todo (Que no quiere decir que no hay entendido nada, por que la novela lo sumerge)” Ese tipo de cosas me gustan como lector y lo he visto en escritores como Dan Brown.
Esos recursos se llaman “indicios“, Daniel. Siempre y cuando no te saques un as de la manga en el último momento, es una buena técnica para crear misterio. Gracias por pasarte y comentar, un saludo.
Como siempre, una lección y consejos fundamentales para no perdernos en este largo camino. Me los apunto… y los tengo presentes.
Muchas gracias por compartir 🙂
Me alegro de servirte como guía, Eleanor. Gracias también a ti por pasarte, comentar y compartir en tu redes 🙂 Un saludo…
Muy interesante Alejandro.
¿Cuándo hablas de no confundir al lector, exactamente a qué te refieres?
Entiendo que se trata de no apabullarlo con información que nada aporta o dar mensajes contradictorios, pero no que las historias tengan finales no habituales o diferentes,¿es así?
Un saludo
Conxita
De hecho, Conxita, aconsejo sorprender al lector siempre que se pueda con finales diferentes y giros inesperados. Pero no es lo mismo sorprender que confundir… es exactamente como dices: no apabullar con información irrelevante, ni dar mensajes contradictorios o incluso demasiados mensajes en una misma obra. Gracias por comentar ¡un saludo!