Siempre defiendo que observar la vida con ojos de escritor es la habilidad nº 1 que todo aspirante a escribir necesita desarrollar.
Por eso cualquier tema que veo a mi alrededor es susceptible de convertirse en una idea que conduzca a un relato, escena, situación, personaje… o post, como es el caso de hoy.
Estas son las curiosidades sobre libros que observé en el metro de mi ciudad, y las conclusiones que creo te pueden interesar.
#1: leer en pantallas de 9 cm
Si vas en transporte público regularmente, te habrás dado cuenta de la cantidad de personas que van pendientes de una pantalla.
El otro día hice unos cálculos, durante varios trayectos, basándome en lo que veía a mi alrededor:
Un teléfono móvil, una tablet, un e-Reader… muchas veces, yo mismo leo los eBooks Kindle en la pantalla de mi teléfono… ¡una pantalla de 9 cm!
No hay duda de que el soporte en el que leemos afecta a nuestra lectura… la polémica está en si los escritores deben adaptar o no su escritura a los formatos actuales.
Está claro que ya no contamos historias igual que se contaban hace cincuenta años, pero ¿conviene modificar el estilo literario para que se adapte a los soportes de lectura digitales?
Tuitéalo:
¿Conviene modificar el estilo literario para que se adapte a los formatos actuales de lectura?Haz click para twittearSin ir más lejos, este post que estás leyendo sigue el modelo de lectura en F, porque muchos lectores no leen en pantallas como se lee en un libro, sino que «escanean» el texto en busca de la información más relevante.
¿Sería recomendable hacer lo mismo cuando escribimos narrativa? Bueno, la pregunta ya está hecha…
Sin embargo, otra curiosidad sobre libros que he visto ─esta vez en papel─, es que todavía hay personas que leen…
#2: las clásicas novelas de Marcial Lafuente Estefanía
No recuerdo mucho a uno de mis abuelos, porque murió cuando yo era bastante niño. Pero sí recuerdo la pila de pequeños libros sobados y amarillentos que había en su salita de estar. Eran unas novelas del Oeste que devoraba compulsivamente por las tardes, a la luz de una lamparita de pantalla verde que se encendía con un cordón metálico.
Recuerdo también una pila de novelas idénticas en el mostrador de la paradita donde yo cambiaba tebeos los sábados por la mañana, cuando acompañaba a mi madre al mercado. Por diez o quince pesetas llevabas los manoseados comics de Spiderman, Daredevil o la Patrulla X y te los cambiaban por otros, igual de manoseados.
Había como una especie de club de abuelos que se encontraban en el tenderete y comentaban las aventuras de sus cowboys favoritos. Se recomendaban los libros unos a otros y expresaban su admiración por tal o cual escritor.
En casa había visto novelas en el mismo formato pero de género romántico, que mi madre leía a veces.
Bueno, ese es mi legado cultural… comics de superhéroes y novelas pulp de Marcial Lafuente o Corín Tellado. En mi casa no había libros de Sartre ni de Gustave Flaubert.
Pues el otro día vi a un señor mayor que me recordó a mi abuelo y a los viejitos que se encontraban en la paradita de tebeos, porque estaba leyendo una de esas novelas de Estefanía. Me entró la nostalgia y pensé: «eh, esto lo tengo que contar en el blog».
Pero todavía me impactó más la sorprendente campaña de marketing de este poeta urbano…
#3: poesía a un euro… o la voluntad
Son muchos y variados los personajes que uno encuentra en los pasadizos suburbanos.
Cuando vas en metro, por ejemplo, disfrutas de artistas ambulantes que te «obsequian» con unos minutos musicales para amenizar tu recorrido, a cambio de una pequeña propina. Puedes escuchar temas clásicos como la Lambada, Volare o el último éxito de Beyoncé interpretado al acordeón, con más o menos gracia.
A veces también sube al vagón una pobre anciana extranjera que suplica limosna. Otras veces es un hombre joven con alguna minusvalía física, o un padre que suplica para alimentar a sus hijos.
Por eso agradeces encontrarte, de vez en cuando, con Ricardo Walter Moreno, el poeta del metro.
Ricardo Walter sube al vagón y te dice que su sueño es publicar un libro.
Te ofrece sus humildes poesías impresas en cuartillas, «al precio de un euro, o la voluntad… o incluso gratis si de verdad usted va a disfrutar de la lectura, y otro día me lo paga».
Pues en el rato de un trayecto entre dos estaciones —unos dos minutos—, recauda Walter sus buenos cinco o seis euros. La finalidad de este dinero es, según cuenta, poder financiarse la publicación de su libro y alcanzar su sueño.
Bien por Ricardo Walter, la creatividad es el factor más importante a la hora de promocionar una obra literaria o encontrar financiación. Tal vez te sirva como idea… si tienes los arrestos de Walter, claro. Reconozco que yo soy capaz de muchas cosas, pero no de esto. Y es un elogio hacia él.
Puedes deducir, oh, sagaz lector, que Ricardo Walter Moreno no tiene acceso a las nuevas tecnologías, como sería lógico pensar. ¡Pues te equivocas! Aquí tienes el enlace de su página en Facebook.
Por cierto, no sé si Ricardo Walter sabe que teniendo una conexión a Internet puede publicar su libro completamente gratis, con el servicio CreateSpace de Amazon.
Otro tema será la calidad de lo que publique sin intermediación de un editor, pero eso ya es tema para otro post…
En fin, mi recomendación final es que no pierdas ninguna oportunidad de mirar lo que pasa alrededor. Recuerda una de mis máximas:
La vida es una gran historia, y ser escritor consiste en saber contarla.Haz click para twittearNo es necesario que salgas a recorrer el mundo para vivir experiencias que contar, ni te aísles en el monte… si no quieres, claro. Una ciudad, por ejemplo, puede ser un cruce de caminos que da lugar a infinidad de historias. Pero la razón primordial es que…
todas las historias ya están en ti,
solo necesitas verlas… y saber expresarlas.
¿Qué ves tú en tu día a día? Cuéntame en la zona de comentarios aquí abajo qué curiosidades sobre libros o lectura has visto tú…
Hola Alejandro, me estoy volviendo fan de tu blog y de tus comentarios y sugerencias.
Hace algún tiempo estaba en el metro de la Ciudad de México y observé a una vendedora de cosmeticos que se esmeraba en su arreglo personal.
Pude adivinar entre las miradas disimuladas como otras usuarias ponían atención al ritual de embellecimiento y como se empezaban a comparar. Algunas incluso hasta sacaron sus espejitos y se dieron unos retoques.
Al llegar a su destino la vendedora de cosmeticos entregó sus tarjetas de presentación a algunas de las pasajeras que habían demostrado algún interés. Todo esto sin mencionar una sola palabra.
Por eso me llamó tanto la atención tu relato del vendedor de poemas y su marketing de guerrilla.
Dice Ricardo Walter: “Muchas veces le decimos destino a las cosas que no tenemos el valor de cambiar”, y no me parece mala su reflexión (otra cosa es que sea poética, pero quizás en su mundo le hayan bautizado como tal y él pues se quedó con la copla).
Hace unos años mi hijo pilló unos libritos de Estefanía y me dio por leer algunos párrafos. Me sorprendieron por su violencia, puro ojo por ojo. Pensé en esos hombres (las mujeres cargaban con mi paisana, Corín Tellado) que los leían durante la dictadura, y entendí que por ahí debieron de sublimarse muchos resentimientos de injusticias… No sé si el Marca da para tanto.
Mucha narrativa que se publica hoy no tiene más talla que esos folletines; nos daremos cuenta cuando pasen los años (o ya lo sabemos pero también sabemos que hay muchos perfiles lectores y que, conforme se va ensanchando la horquilla, incorporándose gente más joven o con menor formación literaria, también la oferta ha de ser más dispar). El caso es que se lea, siempre se sacará algún provecho, ni que sea como mero ejercicio mental.
Seguramente el formato condiciona la escritura y nuestras diminutas pantallas definen el marco. Algunas veces, después de escribir algo, lo reviso en mi lector o en el móvil, por ver qué tal resulta. Y no siempre pasa la prueba…
Me gustó este viaje contigo en metro. Un abrazo.
Laura, en efecto: siempre se ha publicado de todo, para todos los gustos y colores. Cambian los formatos y algunas modas, la narrativa evoluciona, los lectores varían en detalles… o en lo esencial, quién sabe. La literatura está viva, es un organismo que respira, se alimenta y se adapta al entorno. La violencia y la sexualidad reprimidas están presentes en el ser humano y las historias que contamos proyectan esas sombras. Antes eran las novelas de Estefanía o Corín Tellado las que canalizaban esa proyección, ahora son las sombras de Grey, laberintos y sinsajos varios.
Mientras haya humanidad, habrá luces y sombras. Solo unos pocos sobrevivirán a los nuevos y futuros formatos, por su profundo enraizamiento en la metáfora de la experiencia humana. Homero, Sófocles, Goethe, Cervantes, Shakespeare, Hesse, Victor Hugo, Márquez… tal vez Poe, tal vez Tolstoi, quién sabe. Tan solo los creadores de mitos esenciales y profundas metáforas son capaces de adaptarse al entorno. Y todo lo demás, paja de relleno, maneras de pasar el rato. Que no es poco, pero dura un suspiro.
Encantado de viajar contigo, Laura. Otro abrazo.
Hola Alejandro:
Tenía tiempo de no pasarme para comentar :o), para mi un libro en papel es un “tesoro” coincido con el comentario de Mayroy. La portada, el papel, ver las letras impresas….Es una maravilla y no se reempleza por nada (por lo menos para mi). Aunque la tecnología nos ayuda y nos acerca a lectura….Pienso que pronto vamos a poder leer incluso a través de hologramas. No es lo mismo que tener tu libro en papel.
Si no tuvieramos libros en papel…No habría librerías y las librerías también tienen un gran valor. También los mercadillos donde comprar libros de segunda mano (buscar tesoros)….o tener tu propia librería en casa donde escoger tus libros para consultarlos cuando los necesites.
En fin que ¡vivan los libros en papel y las librerías!. Sin olvidarnos de cuidar los árboles, a través del reciclaje de papel.
En fin un poquito de todo “libros en formato tecnológico + libros en papel = un equilibrio.
Y sobre la frase final….
“todas las historias ya están en ti,
solo necesitas verlas… y saber expresarlas.”
Estoy de acuerdo, no necesitas hacer grandes viajes para escribir (con coherencia) una historia de valor…. Fijaros en la historia de Julio Verne. Quienes no hayan visto la exposición de Julio Verne, iros a verla en Espacio telefónica en Madrid. Estuvimos hace poco y tiene contenidos de valor.
Un saludo y éxitos.
¡Buen post!
Gracias por tu comentario, Euri, siempre valioso 🙂 Pensamos igual respecto a los libros impresos, las librerías y los mercadillos repletos de tesoros. Espero que la transición digital sea muuuuuy lenta, para seguir disfrutando del papel… y los bosques 😉 ¡Un saludo!
Hola Álex. Buen post.
Mi aportación es más una recomendación que otra cosa, pero quizá a alguien le interese. Se trata de uno de los últimos libros que he leído. Está basado en una historia real que, cuando tuve las primeras referencias de ella, captó mi interés de inmediato. Es uno de los casos mejor documentados del llamado “dopplegänger”, vocablo alemán que vendría a traducirse como el “doble andante”. Está considerado como el fantasma de una persona viva, y se cree que si alguien se encuentra con su dopplegänger, su fallecimiento es inminente. Existen registros de personajes históricos que, supuestamente, tuvieron un encuentro con su “doble andante”, como el ex-presidente estadounidense Abraham Lincolm o la reina de Francia María Antonieta. De ésta última se dice que se vió a sí misma tumbada en su cama. Pero el libro que traigo a colación no trata estos casos, sino el de Emilie Sagée, una institutriz del siglo xix, quien, a mediados de ese siglo, fue contratada para trabajar como maestra en una institución docente para señoritas. El escritor zamorano José, C. Vales noveló este caso en su libro El Pensionado de Neuwelke, y es esta la obra cuya lectura quería recomendar. Como se afirma en la contraportada, homenajea a la mejor literatura decimonónica. Personalmente, disfruté mucho leyéndola. Así que, aquí dejo mi sugerencia, sobre todo para los aficionados a la novela gótica.
Saludos a todos.
Genial aportación, Oscar, muchas gracias. Me suena haber escuchado algo sobre el libro y esta historia ─seguramente en Cuarto Milenio─, así que podríamos decir que este tema me persigue 😉 ¡Un saludo!
Hola Óscar, aquí en la Argentina al dopplegänger se lo conoce (con diversos matices) como “la antimateria”, que por cierto me inspiro un relato, te dejo el link, saludos Óscar, saludos Alejandro.
http://elucubracion.blogspot.com.ar/2004/07/el-hombre-duplicado.html
Hola:
¡Interesante reflexión!
En mi caso he notado que cuando uso el transporte artículado (así se llama en Colombia), por cada 8 personas que van leyendo en su móvil, 2 están absortas en un libro. La mayor parte de las veces han sido libros de autoayuda. Recuerdo una vez que ví un joven de aproximadamente 16 años leyendo “Crimen y Castigo”, un libro que me encantó de la primera a la última hoja y no lo solté hasta que lo terminé de leer. Al ser un libro un poquito denso, me sorprendió ver a ese chico.
Mi padre ha sido un coleccionista empedernido de libros de todos los géneros. Recuerdo cuando me leía en voz alta cuando yo tenía 4 años. Tal vez, por esa razón es que me apasiona tanto la lectura y por supuesto, escribir.
Frente al tema central de la reflexión, creo que los nuevos formatos nos acercan a otro estilo de lectores. Sin embargo, pasará mucho tiempo antes que desaparezcan los libros impresos.
Yo tengo muchos en versión kindle y también otros tantos en versión física. Los últimos me llenan más y me generan más deseos de volver a leerlos.
Buen día.
Maryory, ya casi me emociono cuando veo a alguien en transporte público leyendo un libro impreso… pero todavía quedamos algunos 😉 Y es cierto que a veces encuentras sorpresas como la del joven que leía Crimen y castigo. Ahora que lo pienso… igual alguien se sorprendía cuando me veía a mí, tan joven, completamente absorto, leyendo en el metro Cien años de soledad.
No dudes ni por un momento que la lectura te apasiona porque tu padre era un amante de los libros y te leía en voz alta. En cuanto a escribir, ya no me atrevería a decir tanto… pero es más que probable que así sea 🙂
Cierto que los nuevos formatos pueden abrirnos posibilidades con lectores que no nos encontrarían de otra forma, esa es una buena observación y casi daría para otro post. Y espero, como tú, que los libros impresos no desaparezcan… al menos mientras yo viva. Sería demasiado triste, para mí, ver eso. En cuanto a los deseos de volver a leer con más ganas los libros físicos que los virtuales, comento lo mismo que en la respuesta a Marian. A mí también me pasa esto 😉
Un abrazo, Maryory ¡gracias por pasarte y comentar!
Hola! Yo leo mucho en el metro, usando el móvil, y el kindle lo dejo en casa. Más que nada por no sobrecargar mi bolso (ya sabes, la espalda y esas cosas…). Pero no creo que haya que cambiar nada. Si ya leemos a gusto así, ¿no? Se puede cambiar el tamaño de letra de la pantalla, el fondo, etc…
En fin, espero tu “manifiesto” con mucha curiosidad.
Yo tomo la línea 2 con frecuencia. ¡A lo mejor nos hemos encontrado sin saberlo! Pero a ese bendito poeta no lo conozco.
Saludos
Teresa
Yo también viajo bastante en la línea 2, quién sabe si nos hemos cruzado en alguna ocasión… si me ves un día, no dudes en saludarme, ok? 🙂 A Ricardo Walter lo he visto más bien en la línea 1, la que más utilizo.
Es cierto que, al poder cambiar el tamaño de letra y al haber tantos dispositivos diferentes, sería quimérico acertar con un estilo de escritura que encajara con todos los dispositivos. Aunque, como nuestra capacidad de atención es cada vez más reducida y hay tanto «ruido» mediático, tal vez los estilos literarios que más triunfan son los extremadamente dinámicos, con párrafos cortos y al grano. Muchos lectores seguro que preferimos lecturas más calmadas, y leer como lo hacía mi abuelo en su sillón… pero no sé si ese estilo de lectura ya está en peligro de extinción, como tantas otras cosas.
Gracias por pasarte y compartir, Teresa. Un saludo.
Alejandro, me has hecho retroceder a mi infancia. Devoré las historias de cowboys en las horas de la siesta en casa de mis abuelos durante los calurosos veranos de la siberia extremeña. Enganchaban. Un saludo
MCarmen, lo cierto es que esas historias eran muy adictivas 🙂 Yo también estuve un verano, o dos, enganchado a las de terror y misterios, más que a las del Oeste. Pero fui más fiel a los cómics toda la vida. Saludos, ¡gracias por comentar!
Hola Alejandro, este post, me ha hecho recordar también la biblioteca “Pulga”, esos libros diminutos que compraba en un sobre los domingos y que si te salían repetidos, te ibas a una mesa donde personas mayores intentaban cambiarlos por los que no tenían, lo mismo que ocurría con los cromos y las estampitas coleccionables.
Yo leía las historias de Sissí, al capitán trueno, Roberto Alcázar y Pedrín, etc… y eso ayudó a que mi mente, nunca parara de imaginar.
Los domingos disfruto visitando los mercadillos de segunda mano, donde por un euro y a veces menos, encuentras joyas literarias con ese olor y color peculiar de tanto uso y tanta energía guardada entre sus páginas, incluso a veces con notas escritas por tantas y tantas manos que recogieron sus páginas.
Y ya no me extiendo más que sino se hará muy largo el contenido, pero me gusta leer y escribir, da igual en papel que en la tablet o el ordenador,me llaman la devoradora de libros y siempre encuentro algún mensaje en ellos.
Gracias por el post y llevarme al pasado , pues es verdad, que cualquier tiempo pasado fue mejor.
jejeje, María Dolores… los recuerdos de la infancia siempre despiertan sensaciones y emociones variadas. La nostalgia es ese sentimiento entre dulce y amargo en el que tanto nos gusta recrearnos ¿verdad? Lo de que cualquier tiempo pasado fue mejor… bueno, a veces sí, a veces no tanto si somos realistas. Pero es que la nostalgia es muy, muy tentadora 😉 Hace tiempo que no voy al mercadillo de los domingos en mi ciudad, pero me has despertado las ganas de ir. Gracias por pasarte y comentar, un abrazo.
Gracias por trasmitirnos tus reflexiones y recuerdos, Alejandro. Yo recuerdo que cuando tenía once o doce años mi padre compró una colección de libros de autores de teatro, encuadernados en tapa dura, con letras plateadas en el lomo: Llopis, Pemán, Alvarez Quintero, Neville, Salom, y algunos más. No los adquirió porque le gustara leer (entre otras cosas, no tenía tiempo), sino para llenar un espacio vacío en la librería. Un día pillé uno de esos libros que contaban historias en formato de libreto de teatro (creo que la primera que leí fue Los cipreses no creen en Dios) y me enamoré. Devoré la colección en pocas semanas y volví a empezar por el primero cuando terminé con todos. Allí comenzó mi pasión por la lectura -en la actualidad leo cuatro libros al mes- y por la escritura. En definitiva, soy una adicta a la literatura y se lo debo, sin duda, al “atrezzo” que compró mi padre. Saludos. Eva
Los caminos que llevan a la lectura son inescrutables, Eva 😀 Los libros tienen tanto poder que comienzan decorando estantes vacíos y terminan modelando sueños… No creo que el libro impreso vaya nunca a desaparecer del todo, pero sí creo que su era dorada está pasando a la historia. Tenemos suerte de pertenecer a una generación que ha vivido entre páginas amarillentas y olor a papel viejo. Esperemos que otras generaciones aprecien estos detalles… un saludo, gracias por pasarte y comentar.
Hola Alex
Me has hecho transportarme en el tiempo 40 años.
En mi época universitaria leí “rabiosamente” como lo mencionas, decenas de westerns de M.L. Estefanía, Keith Luger y otros autores.
Buena manera de pasar el tiempo.
Recibe un saludo desde Querétaro México.
La verdad es que es un artículo que despierta un poco la nostalgia… me faltó comentar sobre el olor a libros viejos, un olor que tal vez algún día llegue a desaparecer. Ojalá me equivoque. Un saludo, Agustín, gracias por pasarte y comentar.
Hola Alex, muy interesante este nuevo post, yo el otro día fui al carrefour de mi ciudad y entré en un game, cuando yo era pequeña, hace unos siete años o así, esa tienda sólo vendía videojuegos usados o nuevos para ordenador, play 2 y poco más, pero el otro día, me llamó la atención que además, del típico merchandising que se ha puesto de moda, vendieran comics, yo solía verlos en una sección del corte inglés o de alguna librería grande, pero no en tiendas de videojuegos y me gustó mucho la mezcla entre libros, aunque fuera de la temática de la tienda obviamente, y videojuegos.
Sheila, aprevechando tu post, voy a hacer dos confesiones: de siempre soy fan de los comics y también de los videojuegos… ¡desde la época del Spectrum! 😀 A lo que ya no llego es al crossover de ambos, porque comics ahora leo muy pocos y tiro más a lo clásico. Cosas de la edad, supongo, porque cada vez me apetece jugar menos con mi Playstation 3 y no tengo intención de comprar la 4 (al menos por ahora). En fin, gracias por pasarte y comentar.
Yo por el contrario es ahora cuando me está empezando a llamar el género de los cómics, siempre ha habido algo en ellos que me atraía, pero no tanto como para leerlos y ahora me estoy acercando lentamente y con curiosidad a este mundo. Respecto a lo que has comentado a Agustín, sobre el olor a libros, no creo que este se pierda, ni el olor a páginas viejas, ni el olor a nuevas, porque para un lector de verdad no hay nada más placentero que abrir un libro y despertarle por vez primera, salvo quizás ese regusto, esa satisfacción de recuperar del olvido una obra maestra, de devolver a la vida lo que, de no ser por ti, estaría más que muerto. Yo creo que por más que nos gusten las tecnologías, el placer de volver al Cementerio de los Libros Olvidados, no puede quitarnoslo nadie, esa complicidad al estrechar a un viejo o nuevo amigo entre tus brazos, no debe, ni puede, desaparecer.
Sheila, yo también lo espero… pienso que mientras el ser humano sea humano, siempre va a preferir el objeto tangible (libro) al conocimiento «líquido» (eBook). Al fin y al cabo somos primates… la posesion de objetos físicos es importante para nosotros. Mucho tiene que cambiar nuestra esencia o mucho tiene que avanzar la tecnología para que esto cambie 🙂 ¡Larga vida al libro de papel!
Y en cuanto a los cómics: son maravillosos, hay verdaderas obras maestras de la literatura universal. From Hell, de Alan Moore y Eddie Campbell, es una obra maestra absoluta. No todo son superhéroes y manga, el cómic es un arte con todas las de la ley.
Interesante post. Yo, personalmente, prefiero el libro físico. Pierden mucho los eBooks, aunque sea lo más fácil para almacenar muchos libros y sean más baratos.
Gracias por todo.
Marian, no sé dónde he leído que el libro físico ayuda a que los contenidos se retengan y asimilen mejor. Es una cuestión de que, como primates, necesitamos sentir y tocar el objeto físico para percibirlo como real. Y al ser más «intangible», el contenido de un eBook todavía no lo asimilamos de la misma forma. Veremos cómo evoluciona este aspecto de la especie 😉 Un saludo, gracias por pasarte y comentar…
Un post muy interesante Álex.
Precisamente ayer mismo, al pasar por delante de un local de juegos en el que prohibían la entrada a menores de 18 años, se me ocurrió el argumento del último microrrelato que he escrito y que en breve publicaré en mi blog “O piña o piñones 2.0 – El blog de OsKarTel”
(OsKarTel.WordPress.com)
Nunca se sabe dónde puedes encontrar la inspiración. Hay que andar por la vida con los ojos abiertos de par en par… y con la libreta en la mano. 🙂
Hasta pronto Álex
¡Un abrazo amigo !
Gracias por comentar, Oskar 🙂 Esa es la actitud que siempre recomiendo, ya lo sabes. Libreta a mano o, en su defecto, Evernote. ¡Un saludo!